Convento o
Flores
- Estudio arquitectónico del santuario.
La construcción de la primitiva ermita comprendió los años 1484 y 1500.
Respondía a una traza de planta rectangular, con armadura de madera, de estilo
mudéjar que está documentada tempranamente en el siglo XVI. A finales de esta
centuria pasó a formar parte de la ermita un atrio o muro de forma rectangular
que ocupaba la parte de la entrada al templo. La puerta de entrada, dispuesta en
la fachada principal, se hace a través de un arco de medio punto rematado en un
frontón triangular cuyo vértice termina en cruz sobre la que se abre un vano que
da al coro.
La armadura de madera, de estilo mudéjar, está documentada tempranamente en el
siglo XVI. Siendo esta de parhilera sencilla, con tirantes que carecen de lazo y
canes alargados. El coro del santuario también fue realizado en madera, y a
partir de 1770 pasó a formar parte del mismo una sillería de nogal junto a un
facistol que se mandaron a concebir en Málaga y que estaba situada en el coro
del mismo.
La Iglesia Parroquial legó al Santuario de Flores un órgano en 1793, fecha en
que la parroquia pasó a adquirir otro nuevo. Las pinturas murales exteriores del
santuario en su mayor apogeo estarían engalanadas por colores que serían vistos
a gran distancia. Este indicio lo prueban una serie de esgrafiados o incisiones
en el mortero de cal que se organizan con dos tipos de plantillas que forman
motivos geométricos que en el caso del santuario de Flores lo constituyen dos
tipos de cruces griegas; una de ellas están envueltas en círculos mientras que
el otro tipo lo hace en motivos con curvas cóncavas y convexas. Los colores que
servirían de relleno a los dibujos serían amarillos, azules y rojos. Además de
estos motivos geométricos ornamentales en el exterior también se debe añadir la
inscripción de la parte trasera del camarín de la Virgen de Flores donde se lee:
PULCRA ES MARIA DE FLORES.
Ya en el siglo XVIII este pequeño y sencillo santuario pasó a sufrir una
ampliación barroca en la cual se le añadirían la capilla lateral, una
prolongación de la nave, camarín lateral, presbiterio y camarín de la Virgen de
Flores.
La Capilla lateral, situada en el lado de la Epístola, se abrió en lo que era la
primitiva ermita en un hueco con forma cuadrangular. La cubierta de esta
estancia es una bóveda de media naranja. La finalidad constructiva de esta
capilla sería para que ocupara el Sagrario, ya que a partir del siglo XVII los
sagrarios se ubicarían en los laterales de los templos y se complementarían con
atributos relacionados con la Pasión de Cristo. Además de la simbología, queda
la documentación que la acredita como tal Sagrario, y en el que se veneraba un
Cristo Crucificado o más conocido en aquella época como Cristo del Carpio. Hoy
día se veneran en esta capilla los titulares de la Cofradía de la Pollinica,
Nuestro Padre Jesús en su entrada a Jerusalén y María Santísima del Amparo
Auxiliadora.
Frente a la Capilla lateral, asoma una pequeña hornacina en la que en el siglo
XVIII era ocupada por un San Juanico. Presentemente han ocupado aquel lugar una
sucesión de vírgenes.
De esta misma época es también lo que se ha llamado prolongación de la nave.
Este trozo de trayecto hacía el altar está diferenciado de la primera fábrica
por un arco del triunfo de medio punto que delimita la primitiva ermita de la
ampliación. En cuanto se traspasa este arco, se encuentran los medallones que
dejan ver unas pinturas de los santos San José, Santa Bárbara, Santa Catalina y
San Andrés.
- Convento.
Fue fundado a finales del siglo XVI. La edificación fue gracias al obispo de
Málaga y todos los vecinos de Álora que proporcionaban limosnas, pero a quienes
también le es debida su construcción fue a la gran cantidad de protectores que
dejaban toda o parte de sus herencias a su edificio y posterior mantenimiento.
El obispado dispuso que si por cualquier motivo en algún momento dejara de
existir la comunidad franciscana de Álora, los bienes de los protectores
pasarían directamente a la enfermería de la calle Negrillos.
El convento de Flores de Álora fue durante casi tres siglos (245 años) un lugar
en el que sus monjes estaban en todo momento dispuestos a predicar y ayudar a
todo aquel que lo necesitara a cualquier hora y lugar. Según el Catastro del
Marques de la Ensenada en 1751, el personal del convento de Flores lo integraban
17 sacerdotes, 4 coristas, 7 legos y 12 donados, que estaban bajo el precepto
del Guardián Fray Mathías Galindo.
La comunidad del monasterio proporcionaba la oportunidad de dar estudios
eclesiásticos a los hijos de las familias pobres, puesto que fue lugar de
noviciado entre 1603 hasta 1642. Otra ventaja con la que contaban la gente que
vivían en aquellos contornos que no podían acudir al pueblo, ya fuera por
problemas morales o físicos, era que los religiosos les podían auxiliar
administrándoles el sacramento. En definitiva, el convento franciscano de Flores
era lo que se llamaba religiosamente una Casa Grande por contar con un elevado
número de coristas y por haber cátedras de Estudios Mayores.
Al convento franciscano se le es debido el origen de la Feria Real de Álora de
la que seria inconcebible hablar sin antes exponer lo que es la Porciúncula. El
Jubileo de la Porciúncula que se celebraba en el Convento de Flores
indiscutidamente atraía a Álora a multitud de personas cautivadas por la
exaltación religiosa. Esto ocasionó que se empezara celebrando la feria el día 2
de agosto. El principio de la Porciúncula nació en una pequeña Iglesia en Asís,
dedicada a Nuestra Señora de los Ángeles y que fue reedificada por San Francisco
a quien regalaron un diminuto terreno los monjes benedictinos. La orden
franciscana nació en esta iglesia, y de entre los numerosos favores que les
fueron dados a San Francisco fue el famoso Jubileo de la Porciúncula o Perdón de
Asís. Tal gracia fue concedida a San Francisco por Jesucristo y su madre. Siendo
así, cuantos visitasen aquella iglesia cada 2 de agosto, desde los primeros
rayos de sol hasta su puesta, alcanzarían el perdón de los pecados e indulgencia
plenaria de las penas merecidas por ellos. Al empezarse a difundir la orden
franciscana por todo el mundo cristiano, también se iba propagando esta práctica
de celebrar la Porciúncula, y así fue que desde el momento que los primeros
frailes franciscanos tomaron el Convento de Flores se estuviera celebrando tal
evento. El día 2 de agosto era, y sigue siendo, el día señalado para ganar el
jubileo; como en aquellos tiempos aún no había medios mecánicos de locomoción se
veían obligados a utilizar caballos, mulos y borricos, respecto de los cuales,
fue surgiendo el hecho de concertar o acordar tratos de compra, venta o
intercambio, poniéndose así en marcha el concepto de feria de ganado.
La estancia de los que acudían al Convento a ganarse el jubileo fue ganando
terreno y tiempo, porque cada vez se iban acercando más al pueblo, tomando el
entorno y disposición particulares de la de la feria en todas sus expresiones, y
al celebrarse el día 2 y los sucesivos 3 y 4 en incluso de 5 de agosto. La Feria
de Ganado estuvo situada en las Casas Nuevas y no fue hasta 1838 cuando se
instauró oficialmente por concesión de la reina Isabel II.
En el año 1835 tuvo lugar la Desamortización de Mendizábal en la cual se produjo
la expulsión de los frailes que moraban en el Convento de Flores, comprándolo
después D. Sebastián Iñiguez, según consta en la Contaduría de Hipotecas en el
año 1847. Aunque parece ser que fue donado por sus herederos al Obispado de la
Diócesis. Estos sucesos motivaron que la mayor parte del patrimonio del convento
desapareciera o pasara a otras instituciones. Parte de los archivos manuscritos
se perdieron y otros se trasladaron al convento franciscano de Estepa, el
facistol del coro pasó a la Iglesia Parroquial de Álora, el órgano a la
Parroquia del Valle de Abdalajís, los lienzos que ocupaban los bajos del
claustro desaparecieran al igual que todo tipo de puertas y ventanas talladas
con elementos de la iconografía franciscana (estas últimas hasta ahora se han
conservado en casas de Álora).
El 18 de Febrero de 1882, cuarenta y siete años después de la Desamortización,
el alcalde de Álora solicitó al Obispado de Málaga que se instaurara en el vacío
convento una Congregación de Hermanas de la Providencia. La respuesta por parte
del obispado fue negativa, alegando que en la Diócesis de Málaga no se había
establecido canónicamente ninguna congregación de dicha índole, y que sus
estatutos y reglas les eran desconocidos. Si de lo contrario hubiera sido
aceptada esta solicitud posiblemente el convento, desde el punto de vista
arquitectónico, no habría cambiado su ordenación interior en lo que respecta a
las dependencias del claustro refectorio, celdas y otras. En el año 1929 estuvo
a punto de ser restaurado y para tal fin consiguió D. José Oppete García una
subvención del Ministerio de Justicia y Culto. Pero aún así los intentos para la
reconstrucción fueron en vano.